Indignación. Rabia. Impotencia. Pena. O pensamientos, como el fútbol ha muerto o que asco de deporte, me rondaron por la cabeza tras conocer la agresión a Juande Ramos en el campo del Betis. Violencia y fútbol se encuentran con demasiada frecuencia. Esta vez fue una botella común de agua que contenía en su interior un odio irracional líquido. Otro día será un cuchillo que atraviesa a un jugador o cualquier instrumento con la intención de hacer daño. Y así hasta que todos nos cansemos de salir a la calle por la inseguridad que hay en nuestro entorno.
Voy a dar a modo de flash los 4 momentos que más vergüenza me produjeron la pasada noche, Día de Andalucía por cierto, durante el siempre caldeado Betis-Sevilla:
1-- La manera de calentar el partido por parte de los nada responsables presidentes de los dos equipos. Pepe León, Ruiz de Lopera y José María del Nido han demostrado una vez más que no necesitan comprarse dos mecheros para que les llamen incendiarios. A del Nido le dieron un monedazo de propina por pensar diferente; ¿ qué será la próxima vez?.
2-- Después de que la botella de agua impactara en la cabeza de Juande mucha gente del Ruiz de Lopera gritaban: Juande muérete. Eso sin contar los contínuos gritos indecentes tan desgraciadamente usuales en los terrenos de juego. Una vez más nos encontramos ante un esperpento lleno de odio irracional.
3-- Justo en el momento que estaba Juande en la camilla incosciente tras el botellazo un avispado periodista le puso la alcahofa en la boca. Que falta de respeto buscar la noticia de esa manera. No respetamos ni a los heridos.
4-- Y sin duda el momento que más indignación me produjo fue el ver las imágenes apocalípticas de la ambulancia que trasportaba a Juande apredeada por unos fanáticos sin cerebro ni humanidad. ¿Estamos en una sociedad tan enferma para que se produzcan sitauciones tan imperdonables?.
Es una pena que se hable de la violencia en el fútbol solamente cuando pase algo horrible; esta situación se lleva gestando desde hace tiempo, solo que esta vez lo único que ha cambiado ha sido la puntería del agresor. ¿ Pero cuántas botellas no consiguieron su objetivo? No nos hemos conformado en convertir los estadios en coliseos romanos repletos de indecentes sedientos de sangre con pocas luces a pesar de las bengalas. No deberían dejarlos entrar a un espacio público por mucho que animen. Las directivas tienen gran parte de la culpa de dejar entrar a unos desalmados que cada vez que la lian manchan el fútbol o lo poco que queda de él. No se merecen nuestro perdón.
Aquí os dejo un video poco parcial pero que recoge muy bien todos los hechos.
Y de propina una viñeta del gran Mauro Entrialgo (El País) :
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