22 feb 2007

Emerson se planta


Emerson se suma a la moda Etoo de negarse a saltar al campo cuando su equipo lo necesitaba. Con este feo gesto el brasileño realiza un corte de manga a los aficionados más ofensivo que el de Van Bommel. Aunque él lo niegue, las cámaras de Cuatro captaron in-fraganti, en el partido del pasado martes contra el Bayer, una escena grotesca en la que podemos ver al futbolista brasileño proclamarse en acto de rebeldía por razones desconocidas bajo la mirada extrañada de su protector Capello. Quizá, Emerson se negara a saltar por miedo a los posibles, con actos así los tiene asegurados, silbidos de una grada cansada de echar de menos a jugadores del pasado que sudaban la camiseta por su club.

Hoy en la casa blanca se prefiere vender desobrantes que sudar. Se prefiere jugar dando palos de ciego antes que acariciar la pelota. La situación vuelve a explotar y todo huele a ese tufido que tanto duele a los seguidores madridistas: otro año más en blanco. La poca motivación de unos jugadores poco acostumbrados a las mieles del triunfo ha contagiado a todo el mundo. Incluso a un jugador tan imperturbable como Emerson. Pero el problema es que "el puma", así lo llama Capello,al parecer ha dejado hace tiempo de ser futbolista y ha venido al Real Madrid en busca de un suculento retiro dorado. Prueba de ello son los 6 millones de euros que va a cobrar la presente temporada por trotar por el ancho y largo por un césped que cada año, y ya van 30, que pasa deja de ser tan divertido para el jugador. El futbolista brasileño cada vez que salta al campo se muestra impasible, frío y poco participativo; y ahora tras la negativa de ejercer su trabajo le ha dado la puntilla a la autoridad de Capello. Una autoridad cada vez menor forjada gracias a una mezcla explosiva: mal juego sumado con frecuentes desencuentros con los jugadores y la grada. Aunque su persona este muy erosionada, el técnico italiano debe saber castigar actitudes tan poco recomendables en un equipo.

Capello ha pérdido el rumbo de su vestuario y está desbordado ante tantas voces críticas que reclaman su dimisión de inmediato. Y todo por culpa del lamentable suplicio que se ha convertido ver algo de fútbol visible, y no fútbol-basura, en el Bernabéu. La culpa se deben de compartir también con unos jugadores que están aniquilando e intoxicando la galaxia de ilusión de los seguidores con tanto desobrante y tantas de chorradas de niños mimados.

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